Silvano's Tree

lunes, marzo 05, 2007

He vuelto. Y estoy más perdido y atormentado que cuando me fuí. Pensé haber encontrado la felicidad, pero todo fue un espejismo. He llegado a pensar que la vida es una tragedia con algunos atardeceres bonitos que a veces enaltecen mi alma. Estoy escribiendo pero ni siquiera tengo ganas de enviar esto a nadie. No tengo nada por lo que luchar, por lo que alegrarme, nada sagrado que sea fuente en que alimentar mis sueños. Si, estoy perdido, solo, y no quiero compañía alguna. El pasado ya no es un lastre para mí, luché para dejar de ser esclavo de todo lo que fuí. Hice borrón y cuenta nueva, la guerra terminó, y me fuí a Rivendel para escuchar canciones y voces deliciosas en las que encontrar algo de paz. Pero el tiempo de los Elfos ha terminado y somos unos pocos olvidados los que nos hemos quedado en ese prisión que antes era nuestra amada casa. Y esos pocos para mi son unos desconocidos a los que no tengo ganas ni de dirigir la palabra.

En Rivendel solo pude respirar resignación, tristeza, rostros vacíos y derrotados. ¿De verdad ganamos la guerra? Otro tipo muy diferente de oscuridad me envuelve y no soy capaz ya de escribir con poesía todo lo que siento, pues es algo nuevo para mí, algo que no sé explicar con simples palabras. Estoy estancado y me aterra el solo hecho de tener que elegir caminos, pues yo en mi mismo soy camino para mi mismo, y no necesito encarar mi vida hacia nada. Solo necesito algo de amor, pero soy un maldito cobarde. Si, amigos, escribo esta bazofia porque estoy enamorado, y me jode no poder escribir sobre alguna otra cosa que no sea sobre mi mismo, pues considero que eso es algo totalmente egoista. Pero no puedo hacer otra cosa en estos momentos. Así que si me quereis leer, lo haceis, y sino es algo tan facil como hacer trizas mi carta y tirar los fragmentos al viento.

Aunque os parezca imposible, con la cantidad de siglos que llevo a mis espaldas nunca había sentido nada especial por una mujer, aunque sí he tenido mis deslices emocionales y pornográficos, como es lógico (no soy homosexual ni asexuado...bueno, o eso creo!). Fue durante mi visita a Rivendel. Durante la cena que tuvimos gentes de todas las razas y pueblos para celebrar la derrota del Señor Oscuro, conocí a una elfa que había venido expresamente de los Puertos Grises, lo que comunmente llamaríamos una "elfa del mar". Yo como siempre restaba callado y escuchando a los presentes, que es lo que normalmente hago. Soy poco hablador, quizá porque las palabras en si no me llaman demasiado la atención, prefiero centrarme en lo que no se ve. Pero aquella noche fue una excepción. No puedo quitarme de mi cabeza su mirada azul como los océanos infinitos que rodean Valinor, su sonrisa luminosa que sonaba como cascabeles movidos por un viento frío pero armonioso. Nos quedamos hasta tarde hablando de como habían ido nuestras alargadas vidas, ella sobre la vida cerca del mar, de mi ansiado mar, y yo sobre los bosques que ella parecía también anhelar.
Durante nuestra velada saqué mi harpa y me puse a tocar una canción mía, y ella sin decirme nada, me acompañó con su dulce voz, e improvisó una letra sobre los últimos días de los Elfos. Y fue allí cuando el amor me vino a visitar en su forma más real y terrible por primera vez en mi existencia. Nos vi a los dos en otro tiempo, en otro contexto, bajo la luz de la Luna, corriendo por prados, con libertad, riendo y haciendo el amor bajo un roble anciano. Nunca me imagino esto con palabras. Creo que hablé demasiado con ella, no hubo el silencio sagrado que sé que nos une.

Y al final vino lo peor. Con una mirada un poco triste, pero no lo suficiente como quería (si, soy tan patético que quería que se entristeciera y que llorara por separarse de mí), se despidió de mí diciéndome que nunca más nos volveríamos a ver, pues ella dentro de apenas 2 meses se marcha hacia Tol Eressëa con toda su familia, y ya no puede quedarse más en Rivendel, pues sus obligaciones la retienen en los Puertos Grises. Tuve que luchar por reprimir mis lágrimas. Con una sonrisa queda y un ridículo: "buena suerte, que seas feliz", me despedí de ella como si nada hubiera pasado y me fuí directamente a mi habitación. Lloré toda la noche, y terminé emborrachándome de miruvor junto con dos elfos infelices más. Ojalá hubiera nacido humano, ojalá hubiera podido tener una vida sencilla y luchar por un amor como este, en vez de saber que ya de antemano es imposible.

Aún así, acabo de hacer el macuto y me marcho hacia los Puertos Grises. Así de iluso soy.

Sólo sé su nombre: Aurora

miércoles, julio 12, 2006

Hola a todos, vuelvo a escribiros otra vez después de unos cuantos días sin hacerlo, desde que os hice aquella reflexión sobre las culturas que pueblan vuestro Mundo, ese Mundo tan interesante y generoso y, sin embargo, tan despreciado y mal tratado por vosotros mismos.

Después de casi una semana sin que ningún ataque orco haya vuelto a romper esa paz intranquila y mortal que reina en el Bosque, nuestra reina Galadriel ha convocado esta noche una fiesta en la qué todo el pueblo silvano estaba invitado, justo a los pies del gran arbol donde moran los Señores del Bosque, en Caras Galadhon.
Ahora mismo he vuelto de esta fiesta, y os tengo que decir una cosa: nunca jamás me había sentido tan feliz como hoy me siento. Es como si a mi corazón le hubieran crecido unas alas, y por fin hubiera escapado de todos mis miedos, preocupaciones y temores sobre mí mismo. Es como si todas las barreras defensivas que nuestras almas habían ido creando durante siglos se hubieran roto esta noche, y todos los corazones se hubieran dado las manos y danzado alrededor de la hoguera que se ha encendido después de la cena.



No sé por qué ha ocurrido esto, pues muchas fiestas se han celebrado bajo este arbol, y a varias he acudido y sin embargo siempre me había sentido cobijado dentro de mí mismo, solamente teniendo en cuenta todo lo que ocurría a mi alrededor a través de mis propios ojos, y en verdad jamás me había sentido a gusto. Solamente cuando huía hacia mi flet en soledad, y me sentaba para mirar las estrellas me sentía a salvo, en paz. Aunque ahora dudo si realmente en aquellos momentos me sentía en armonía conmigo mismo. De hecho estoy convencido que no era armonía ni paz lo que sentía, sino tristeza y melancolía. Refugiado en la soledad de la noche nunca paraba mi alma de lamentarse, como si los espinos de la carcel que me encerraba me estuvieran hiriendo constantemente. Y sin embargo, en compañía de los demás solamente tenía ganas de estar allí donde podía llorar solo, donde mi orgullo no pudiera ser herido, donde podía respirar mi propia esencia pero sabiendo que esta jamás podría enseñarla a nadie. Al fin y al cabo, de una cosa estoy realmente convencido: nunca confié en nadie, ni en mi mismo; nunca pensé en nadie, solamente en mí mismo.



Hoy en esta cena hemos hablado, discutido, peleado, perdonado, nos hemos alabado y dejado en ridículo, hemos llorado y reído más que nunca, sin importar lo que pudieran pensar los demás. La vergüenza, el orgullo, la dignidad, el autoestima, los miedos, las dudas...todo esto se ha esfumado como la niebla bajo el sol abrasador del mediodía. Constantemente nos anulábamos a nosotros mismos diciendo lo que pensábamos, escuchando sin tregua, aceptando las ideas del prójimo, influenciándonos, correspondiendo a nuestros propios sentimientos sin tener en cuenta respeto ninguno, excepto el respeto a una única cosa: nuestras vidas y nuestra unión contra la oscuridad...Nuestra Luz.



He hablado con mi peor enemigo y luego al terminar nos hemos abrazado entre sollozos prometiendo que nos protegeríamos hasta el final, he besado a la chica que me gustaba desde hacía muchos años y su esposo me ha pegado, pero después de la pelea hemos terminado compartiendo una copa de vino especiado, y la chica se ha ido a danzar a la luz de la hoguera bajo nuestras alegres miradas.
Todo da igual, quizá mañana muchos de nosotros moriremos, y nuestro reino dentro de nada solamente será un recuerdo del pasado, pase lo que pase. Debido a esto, nuestras diferencias se han convertido en cosas nímias, en tonterías, o sea, en lo que realmente són, y lo que nos separa día a día por culpa de lo que no queremos decir, por culpa de los prejuicios y del egoismo, todo esto se lo ha llevado el viento de la guerra y de la incertidumbre.



Después de la cena, el baile ha sido lo que ha enaltecido más mi alma de toda mi vida. Por primera vez, he dejado de escribir versos, de componer música y de tocar para los demás, y he entrado a bailar y a danzar sin pensar en el ridículo y en todas esas tonterías. He terminado bailando y besándome con todas las chicas de Lothlórien, todos hemos terminado besándolas y bailando con ellas, todas han terminado besándonos y bailando con nosotros. Risas, juegos, miradas divertidas, coqueteos. Alzándo las faldas con atrevimiento, risitas simulando decoro, música viva, con alma, alegre, sin fronteras, bailando de cualquier manera, como nuestro corazón nos ha dictado.



Vuelvo a estar aquí arriba, en mi flet, en esa plataforma de madera con una pequeña casita en la qué he vivido durante cientos de años en soledad. Y ahora, mientras escribo esas líneas (que ni de lejos se acercan a lo que hemos sentido todos esta noche), la gentil cabeza de una doncella se apoya en mi hombro, susurrándome antiguas canciones de lejanas tierras que aprendió de pequeña, y junto a mi, muchos elfos y elfas que antes ni conocía yacen como yo en compañía tranquilamente en mi propio hogar, sobre un flet qué jamás nadie había pisado excepto yo. Uno toca el arpa, otro la flauta de madera, otro la guitarra, y las innumerables estrellas hoy parecen haberse vestido de gala, más bellas que nunca.

sábado, julio 08, 2006

Un colgante celta colgando en mi cuello, conversaciones que escucho, palabras que no significan nada cuando salen de mi garganta, mi alma apartada de esa dimensión, cerveza a raudales sin querer olvidar nada de lo que ha pasado, simplemente buscando un momento de inspiración que de momento no aparece. Hadas bailando en corros, alegres, desenfadadas, sin alegría ni pena, solamente en armonía con la Madre Tierra, ahí en ese corro bailando sin preocupaciones ni miedos querría estar. Pero esas ligaduras no me dejan, me retienen, me atan, me esclavizan.

Miedo a no tener un rincón propio en el que vivir y en el que dar mis opiniones (aunque cuando mi alma habla si que las tengo bien definidas), sin saber comunicar lo que siente mi corazón en cada momento por culpa del odio, la ira, el egoismo, las opiniones del resto de los mortales, miedo a sentirme sin esencia, sin algo que me haga particular. Culpabilidad, al no corresponder correctamente con lo que mi alma siente...¿Quizá lo que siente mi alma no se puede expresar con palabras? Pero por escrito me siento más cómodo. ¿Por qué, entonces, delante de los demás mi voz se tala y solamente soy capaz de escuchar y de ser testigo de opiniones ajenas sin capacidad de expresar?

No tengo la respuesta a todo esto. Solamente yo mismo sé de qué esencia está hecha mi alma.

Esa es una carta que encontré en el afluente de Nimrodhel, sin que el nombre del que la escribiera apareciera en la carta. Su sinceridad me conmovió y he dedicido enviarosla a vosotros. Es la primera vez que recibo algo del Otro Lado y estoy especialmente ilusionado.

martes, julio 04, 2006

Bien, dejaré de atosigaros con mis cartas llenas de tormento, y dejaré de preocuparme por esos seres infames. Son tan infames que vale más la pena no seguir hablando de ellos.

Hay algo que me sorprende del otro lado. Y no es más que el afán de la gente por querer globalizar las cosas. Y hoy os voy a hablar del error que comete mucha gente de allí cuando se refieren al término de "ciudadanos del mundo".

Es la típica respuesta global que siempre da esa gente que jamás se quiere mojar por nada. Y no quiero, no obstante, criminalizarlos. Todo al contrario. Sé que sus intenciones al querer ser Ciudadanos del mundo son, por regla general, buenas. No obstante, creo que parten de una gran ignorancia. Pensemos durante un rato, con lógica. Vamos a ver, es tan evidente que soy del Mundo que ya no hace falta ni corroborarlo. Pero ser del mundo, ¿significa absorber todas las culturas que no són mías y rechazar la mía? Evidentemente, esa no es la verdadera definición de "ciudadano del mundo" y, no obstante, es lo que por regla general lleva a cabo ese colectivo. ¿Qué pasaría si todos hicieramos lo mismo?



Pongamos un ejemplo: En una región existe una cultura X con sus propias leyendas, tradiciones, lengua y formas de ver la vida que se ha ido transmitiendo de padres a hijos ininterrumpidamente. Esa cultura desde siempre ha recibido influencias de otras y las ha ido absorbiendo progresivamente, enriqueciéndola y haciéndola más abierta y receptiva. Todas las culturas tienen influencias. Ahora bien, lo que se propone esa gente es muy diferente. Reniegan de esa cultura X, y se sienten fascinados por las otras que les vienen de fuera. Entonces toda esa cultura milenaria se va al garete y otra muy diferente (la que se acaba imponiendo al final, pues por mucho ciudadano del mundo que querramos ser siempre habrá una sola cultura que sea incorporada a la sociedad de esa región determinada) la sustituye completamente, en vez de simplemente enriquecer la que ya tenían.



Entonces, eso actúa como un castillo de naipes. Si pasa en todas las regiones del mundo, en las cuales hay un sentimiento de "ciudadanos del mundo" las culturas mayoritarias que se imponen más facilmente empezaran a uniformar el planeta, hasta que solo tendreis una sola cultura, una sola lengua y una sola tradición, con 4 influencias mínimas.



¿Para qué serviría viajar si todo terminara así? Imaginaos el panorama: Vas a Egipto, y ves que la gran pirámide se ha convertido en una gran discoteca, que los bazares se han modernizado y en ellos ya no se puede regatear, que en vez de escuchar el sonido de las flautas y los djembes escuchas guitarras eléctricas en medio de las calles de El Cairo. Una autopista recorre el río Nilo de arriba a abajo lleno de vehículos que circulan con cuidado para que no les apliquen el carnet por puntos.
Vas a Turquía: lo mismo. Vas a China: lo mismo; a Irlanda: lo mismo; a Mexico: lo mismo; a Grecia: lo mismo. Hasta que te das cuenta que a ningún lado vale la pena viajar para conocer cosas nuevas que jamás has visto, porque todo el mundo es igual, con esa cultura uniforme junto con cuatro influencias de muchas. La misma forma de ver la vida, la misma filosofía, la misma lengua, los mismos bailes. Ahora, eso si, todo con "derechos humanos", muy controlado.



Un mundo feliz, vaya.

Quizá todas las culturas pecan de anticuadas y necesitan revisarse para que sepan respetar al prójimo. Unas de una forma y otras de otra. Ninguna se salva. Habría que esforzarse por suprimir sencillamente lo negativo de ellas. Pero eso no significa que las debamos suprimir para imponer un orden mundial, una especie de Pax romana más falsa que Sauron, y que al final todos terminemos peor aún: sin raices, sin ilusiones y sin ganas de salir de casa para experimentar otras cosas.



Si os sentís bien viviendo en un "mundo maravilloso" como este, lo acepto, pero perdonad que os diga que no os comprendo en absoluto.

Creo personalmente que todo ese movimiento de "ciudadanos del mundo" viene de la no aceptación de uno mismo, y de no querer comprender que las culturas precisamente se enriquecen con las otras, y se hacen más bellas, más universales y no por ello menos singulares.

domingo, julio 02, 2006

No podría decir que hoy estoy feliz, pues desde que empezaron las guerras nunca más he vuelto a sonreir de verdad. Pero ayer fue un día que pasará a los anales de la historia de nuestro Reino en decadencia. Repelimos un ataque orco con éxito aplastante, el ataque más grande de los últimos siglos. Nos atacaron por cuatro flancos, con una clara voluntad de querer dar el último golpe al sagrado Reino de Lothlórien. Pero salimos al ataque con una fiereza nunca vista, usando todo lo que tuvimos a mano, sin temer a la muerte ni a la oscuridad, sin nada que perder. Cayeron muchos Hermanos míos, pero no dejamos un solo orco en pie. Ya no me entristezco por las pérdidas, ya no puedo permitirme este lujo. Solo puedo aspirar a vengar sus muertes y a vender caras nuestras vidas con fuerza y honor, pensando en los maravillosos días de antaño y manteniéndolos siempre en nuestro corazón, para que su luz nos de valor y coraje para combatir las tinieblas.

Tengo las manos repletas de heridas profundas, aún brota sangre de ellas, y escribo esa carta con un dolor casi insoportable. Pero el dolor me ha purificado, me ha liberado de todos los miedos de antaño, y me ha hecho apreciar toda la pureza y la belleza que aún en estas pésimas condiciones en nuestro Bosque y en algunos lugares de la Tierra Media y del Otro Lado sobreviven, y me ha hecho estar orgulloso de haber vivido siempre con bondad y sencillez, junto con todos mis compañeros y compañeras.



Las trémulas notas del arpa que ahora, de mis manos heridas, salen y vuelven a danzar entre las innumerables hojas de los mallorn después de meses de silencio, se me aparecen ahora sin la pesadumbre y el dolor terrible de unos tiempos que ya no volverán, sinó todo al contrario, con una belleza y una ternura que jamás había experimentado en todos los años de mi larga vida. Es una paradoja, pero hay algo en esta belleza, que de cada día más se consume, que me sobrecoje y me fascina. Las heridas se abren en cada cuerda que toco, pero me da igual, esa es la música del Final, una música celestial que jamás se volverá a escuchar.

Pese a saber que, ganando o perdiendo, nuestra tierra de los sueños jamás volverá a ser lo que era y decaerá irremediablemente hasta desaparecer para siempre, no nos dejaremos morir sin presentar batalla.

Y junto a mi, cada noche, antes de la batalla, todos tocan y cantan sobre los árboles a la luz de la Luna, con voces llenas de dolor, con notas que destilan una profunda desazón, y no obstante terriblemente maravillosas.

jueves, junio 29, 2006

Después de la tormenta llega la calma. La tranquilidad intranquila típica después de una batalla drástica, eso es lo que siento yo. El silencio que ahora me rodea ya no me recomforta como antaño, cuando los días eran una maravilla contínua, cuando la vida era música para mis oidos.
Y por eso en mis momentos más melancólicos, siempre desaparecía y me subía a este arbol, a donde podía restar escuchando el silencio de la noche durante horas. Pero era un silencio benigno, siempre con el ruido de las hojas mecidas por el viento, o el canto de algún ave nocturna que lo rompían de vez en cuando. Siempre he necesitado la soledad para hablar de tu a tu con mi alma. Pero ahora ni en mis momentos de profunda soledad consigo hablar con ella. Pareciera como si pronunciara un grito constante, aterrada, torturada por un silencio que ahora no tiene nada de armonioso. Ese silencio es la Muerte.



Pero al recordar viajes, experiencias, historias y leyendas mi corazón se reconforta, sueña, ríe y llora al mismo tiempo. Siempre que la pesadumbre cae sobre mí, estos recuerdos hacen que vea mi existencia sencilla y pequeñísima dentro de un universo basto e incomprensible, pero no obstante lógico en él mismo. Hacen que pueda ver los acontecimientos de otro modo, que le quite importancia a temas como la muerte, pues sin ella la vida no existiría, y permiten que todo lo vea desde una perspectiva relativista y cíclica, sin que tenga por ello que renunciar a mis creencias.

Sinceramente, tengo ganas de que se deje de individualizar de una vez por todas a las culturas, religiones y formas de ver la vida que existen en el Otro Lado y Aquí, en Arda. Estoy harto también que las leyendas y los cuentos se menosprecien alegando que están hechas para el público infantil o, algo que ahora está más extendido, por gentes que no entendían la naturaleza que les rodeaba.
Así pues, esos que se creen tan listos e inteligentes, se ríen cuando oyen hablar de los antiguos Dioses, de heroes legendarios poseedores de una fuerza y un valor increibles, de seres fantásticos buenos y malos, gentiles y terribles; de cuentos sobre calderos mágicos, espadas clavadas en la roca, moradas de Dioses y de guerreros caídos, animales que hablan o sobre dos estrellas que se aman separadas por la Vía Lactea. Se ríen sin más, porque está de moda, porque esas "patrañas" no nos cuentan nada sobre el mundo real, según ellos, porque solo sirven para evadirnos.
Aún así, creo que es lógico estar sumidos en esta época, pues se necesita falta de fe o ausencia de ella, para que esta al cabo de unos siglos vuelva a crecer y a arrelarse con más pureza y perfección en los corazones de la gente.



Y me reafirmo en lo que digo, no solamente falta fe en las cosas que no son visibles, sinó también falta fe en los demás y en nosotros mismos. Una cosa implica la otra.
Se ha perdido la fuerza del símbolo, el conocimiento superior que da a los que saben leer entre lineas en estos cuentos y leyendas que, en realidad, plasman mejor la realidad que cualquier novela realista escrita en el siglo XIX por escritores como el archifamoso Balzac. Las antiguas leyendas y los mitos nos hablan de algo cotidiano, tangible, que jamás ha cambiado: nos habla de los miedos, del orgullo, del valor, del instinto de superación, de la maldad y la bondad, de la luz y la oscuridad, de la alegría, de la pena, del amor y del odio, de aceptar (o no) lo inevitable y la verdad.



Y es que los forjadores de mitos tenían una comprensión mucho más profunda que nosotros de la naturaleza del ser humano, de los animales y del resto de seres vivos. No, no sabían por qué se produce un arco iris o un terremoto o por qué se suceden el día y la noche. Por eso esas cosas que veían con sus propios ojos y no sabían por qué se producían, las convirtieron en acciones producidas por Dioses o en un viaje llevado a cabo por un heroe legendario o por un inmortal.
Por ejemplo, os contaré algo que aprendí leyendo maravillado las paredes de las tumbas, los sarcófagos y los templos de Egipto: en Egipto existía la leyenda que el Dios Ra (el dios Sol) con su barca, cada noche, bajaba hacia las tinieblas combatiendo a monstruos y a criaturas del inframundo, que no deseaban que la luz volviera a renacer. Entonces el Dios Ra, ayudado por otros Dioses y protectores, luchaba durante horas contra sus enemigos y solamente al final, después de una encarnizada batalla, podía renacer en forma de escarabajo (el escarabajo es el símbolo del renacimiento en el Antiguo Egipto) y ascender por el horizonte para recorrer otra vez el paraíso del día.

-> Es fácil descubrir qué simboliza todo esto: Simboliza la ciclicidad de la vida, en la cual debemos pasar por tormentos y oscuridad para renacer constantemente. Nos dice que si no luchamos contra la oscuridad, si no nos arriesgamos a ello, no viviremos la vida pues no podremos nacer a un nuevo vida.



Un día puede haber luz, y otro día oscuridad. La una y la otra se necesitan mutuamente. Aquí en la foto observamos a Ra en su barca, a punto de acceder a las tinieblas, con su "Anj" (que simboliza la vida).

Sin embargo, muchos "estudiosos" tacharán ese tipo de leyendas de solo querer explicar con ello por qué existe el día y la noche. ¿Ya os he dicho que tienen una incapacidad terrible para leer entre líneas? Repito: Todos los mitos están basados en la realidad, no són un mero método de evasión.

En el resto de culturas de origen animista existe siempre ese factor de fondo: el del renacimiento y el de la reencarnación del alma. Al igual que una veneración especial hacia la naturaleza, un conocimiento casi sobrenatural de ella, y un "algo" Universal Femenino (nuestra madre tierra) también ligado a la ciclicidad y al renacimiento que nos une a Todos por igual: La americana Pacha Mama (ojo! esos no son animistas, pero si os fijais tiraron por el mismo lado), la egipcia Isis, la Cristiana virgen María, la celta Danu (os suena el río Danubio, bautizado por los celtas?), la griega Afrodita y la romana Venus, la japonesa Amaterasu (religión sintoísta), etc.



Y también lo que llama la atención es que todos los dioses de los diferentes panteones de todo el mundo tienen funciones distintas y poseen facetas identificadoras con el alma humana. Són símbolos de diferentes trozos de nosotros mismos: dioses y diosas del amor, de la sabiduría, el arte, el odio, la maldad, la destrucción, la armonía, el caos, la muerte, el renacer, la pena, la alegría...Y sobre todos ellos siempre impera un Dios que permanece inmutable, creador de todos ellos. Quizá con eso solamente viéramos que somos un compendio de pasiones pintados sobre un lienzo blanco que es la armonía y la eternidad del Universo.



Y ya con el alma un poco más relajada, cierro los ojos y escucho los látidos de cada vez más lentos e imperceptibles de nuestra "tierra de los sueños". Al pensar en los sueños me viene a la mente una figura enigmática: el druida. Quizá, si aún me mantengo con vida, algún día escriba algo sobre este colectivo que, en verdad, presiento que proviene de los Días Antiguos. Solamente os voy a dejar, para vuestro disfrute, una frase de un druida llamado Taliesin (o más conocido en la saga artúrica como el mago Merlín):

Yo he sido un águila
Yo he sido madera en el soto
Yo he sido una espada en la empuñadura
Yo he sido un escudo en la batalla
Yo he sido una palabra entre las letras

martes, junio 27, 2006

Ayer por la noche en Lothlórien fue un día muy duro para nosotros. Repelimos el mayor ataque orco que hemos recibido hasta la fecha, y algunos amigos que tenía desde la infancia murieron bajo sus infames y podridas armas. Al final conseguimos atajar el ataque, pero hoy mi humor no me permite escribir sobre nada alegre ni esperanzador, ni sobre ninguna lección ni sobre mis creencias y deseos.
He llorado recordando aquellos buenos y malos momentos que pasamos juntos mis compañeros que ya no están y yo. La memoria es lo único que persiste, pero la memoria es traicionera, el pasado siempre está troceado, solo són pequeños tintes y relámpagos de instantes que pueden haber cambiado ya producto del paso del tiempo.

Por tanto, ya sólo puedo confiar en la melancolía, que es un sentimiento noble como la risa o el dolor.



Son esos momentos en qué uno deja de creer en todo lo que ha predicado y en todo lo que ha confiado anteriormente, y llega a pensar que todo está cubierto por el odio y la sinrazón. Son momentos en qué sientes como si tu alma está perdida en un mar oscuro en el qué nada vale nada. Te olvidas de tus éxitos, de tus momentos brillantes, de aquellos instantes en qué el corazón estaba sumido en la joya verde de los días felices.
Si tuviera aquí delante las cartas que he escrito hasta ahora, no dudaría un solo momento en quemarlas a la luz de este candelabro que siempre me ilumina. Pero al final solamente me dan ganas de soplar y quedar sumido en la oscuridad.



Para qué sirve seguir viviendo, cuando parece que la justicia nos ha abandonado y se ha prostituido con el mejor postor? Qué hemos hecho, oh Ilúvatar, para merecernos esto? El sonido tierno y dulce de las arpas, las risas como cáscabeles colgando de los árboles y los bellos cantos ya no resuenan a la luz del atardecer, ya solamente se oyen las flechas silbar en el viento aún endulzado por las flores que de cada día más se marchitan.
Es tu venganza por habernos negado a vivir con los Dioses? En realidad no existe la libertad? Tenemos que obedecer a un destino que no anhelamos?



En realidad no añoro nada imperecedero, solamente añoro el canto de la gaviota y el ruido del mar, que en mi alma resuena constantemente, sin jamás conseguirlo acallar, torturándome hasta la saciedad. Mi corazón está quebrado en estos momentos de flaqueza, aunque siempre supe cuan frágil era, como los árboles que ven a lo lejos el Otoño que se acerca, implacable, como las hojas ya enrojecidas mecidas por vientos helados.

Os debo pedir disculpas si por el llanto esta carta aparece medio borrosa, pues de mi tristeza y de mi debilidad solamente se aprovecha el malvado y cruel señor oscuro y sus sirvientes.
Debo ser fuerte, debeis ser fuertes, y no caer en la tentación de bajar los brazos y abandonarlo todo. Aprieto los puños, lleno de rabia, y no obstante intento despejar las nieblas del odio de mi mente, como siempre.

Y al final comprendo que mientras existan corazones puros y libres, jamás podemos rendirnos al enemigo. Y sonrío amargamente, queriendo creer que las almas puras y bondadosas terminaran venciendo al final del todo.