sábado, julio 08, 2006

Un colgante celta colgando en mi cuello, conversaciones que escucho, palabras que no significan nada cuando salen de mi garganta, mi alma apartada de esa dimensión, cerveza a raudales sin querer olvidar nada de lo que ha pasado, simplemente buscando un momento de inspiración que de momento no aparece. Hadas bailando en corros, alegres, desenfadadas, sin alegría ni pena, solamente en armonía con la Madre Tierra, ahí en ese corro bailando sin preocupaciones ni miedos querría estar. Pero esas ligaduras no me dejan, me retienen, me atan, me esclavizan.

Miedo a no tener un rincón propio en el que vivir y en el que dar mis opiniones (aunque cuando mi alma habla si que las tengo bien definidas), sin saber comunicar lo que siente mi corazón en cada momento por culpa del odio, la ira, el egoismo, las opiniones del resto de los mortales, miedo a sentirme sin esencia, sin algo que me haga particular. Culpabilidad, al no corresponder correctamente con lo que mi alma siente...¿Quizá lo que siente mi alma no se puede expresar con palabras? Pero por escrito me siento más cómodo. ¿Por qué, entonces, delante de los demás mi voz se tala y solamente soy capaz de escuchar y de ser testigo de opiniones ajenas sin capacidad de expresar?

No tengo la respuesta a todo esto. Solamente yo mismo sé de qué esencia está hecha mi alma.

Esa es una carta que encontré en el afluente de Nimrodhel, sin que el nombre del que la escribiera apareciera en la carta. Su sinceridad me conmovió y he dedicido enviarosla a vosotros. Es la primera vez que recibo algo del Otro Lado y estoy especialmente ilusionado.