Silvano's Tree

lunes, marzo 05, 2007

He vuelto. Y estoy más perdido y atormentado que cuando me fuí. Pensé haber encontrado la felicidad, pero todo fue un espejismo. He llegado a pensar que la vida es una tragedia con algunos atardeceres bonitos que a veces enaltecen mi alma. Estoy escribiendo pero ni siquiera tengo ganas de enviar esto a nadie. No tengo nada por lo que luchar, por lo que alegrarme, nada sagrado que sea fuente en que alimentar mis sueños. Si, estoy perdido, solo, y no quiero compañía alguna. El pasado ya no es un lastre para mí, luché para dejar de ser esclavo de todo lo que fuí. Hice borrón y cuenta nueva, la guerra terminó, y me fuí a Rivendel para escuchar canciones y voces deliciosas en las que encontrar algo de paz. Pero el tiempo de los Elfos ha terminado y somos unos pocos olvidados los que nos hemos quedado en ese prisión que antes era nuestra amada casa. Y esos pocos para mi son unos desconocidos a los que no tengo ganas ni de dirigir la palabra.

En Rivendel solo pude respirar resignación, tristeza, rostros vacíos y derrotados. ¿De verdad ganamos la guerra? Otro tipo muy diferente de oscuridad me envuelve y no soy capaz ya de escribir con poesía todo lo que siento, pues es algo nuevo para mí, algo que no sé explicar con simples palabras. Estoy estancado y me aterra el solo hecho de tener que elegir caminos, pues yo en mi mismo soy camino para mi mismo, y no necesito encarar mi vida hacia nada. Solo necesito algo de amor, pero soy un maldito cobarde. Si, amigos, escribo esta bazofia porque estoy enamorado, y me jode no poder escribir sobre alguna otra cosa que no sea sobre mi mismo, pues considero que eso es algo totalmente egoista. Pero no puedo hacer otra cosa en estos momentos. Así que si me quereis leer, lo haceis, y sino es algo tan facil como hacer trizas mi carta y tirar los fragmentos al viento.

Aunque os parezca imposible, con la cantidad de siglos que llevo a mis espaldas nunca había sentido nada especial por una mujer, aunque sí he tenido mis deslices emocionales y pornográficos, como es lógico (no soy homosexual ni asexuado...bueno, o eso creo!). Fue durante mi visita a Rivendel. Durante la cena que tuvimos gentes de todas las razas y pueblos para celebrar la derrota del Señor Oscuro, conocí a una elfa que había venido expresamente de los Puertos Grises, lo que comunmente llamaríamos una "elfa del mar". Yo como siempre restaba callado y escuchando a los presentes, que es lo que normalmente hago. Soy poco hablador, quizá porque las palabras en si no me llaman demasiado la atención, prefiero centrarme en lo que no se ve. Pero aquella noche fue una excepción. No puedo quitarme de mi cabeza su mirada azul como los océanos infinitos que rodean Valinor, su sonrisa luminosa que sonaba como cascabeles movidos por un viento frío pero armonioso. Nos quedamos hasta tarde hablando de como habían ido nuestras alargadas vidas, ella sobre la vida cerca del mar, de mi ansiado mar, y yo sobre los bosques que ella parecía también anhelar.
Durante nuestra velada saqué mi harpa y me puse a tocar una canción mía, y ella sin decirme nada, me acompañó con su dulce voz, e improvisó una letra sobre los últimos días de los Elfos. Y fue allí cuando el amor me vino a visitar en su forma más real y terrible por primera vez en mi existencia. Nos vi a los dos en otro tiempo, en otro contexto, bajo la luz de la Luna, corriendo por prados, con libertad, riendo y haciendo el amor bajo un roble anciano. Nunca me imagino esto con palabras. Creo que hablé demasiado con ella, no hubo el silencio sagrado que sé que nos une.

Y al final vino lo peor. Con una mirada un poco triste, pero no lo suficiente como quería (si, soy tan patético que quería que se entristeciera y que llorara por separarse de mí), se despidió de mí diciéndome que nunca más nos volveríamos a ver, pues ella dentro de apenas 2 meses se marcha hacia Tol Eressëa con toda su familia, y ya no puede quedarse más en Rivendel, pues sus obligaciones la retienen en los Puertos Grises. Tuve que luchar por reprimir mis lágrimas. Con una sonrisa queda y un ridículo: "buena suerte, que seas feliz", me despedí de ella como si nada hubiera pasado y me fuí directamente a mi habitación. Lloré toda la noche, y terminé emborrachándome de miruvor junto con dos elfos infelices más. Ojalá hubiera nacido humano, ojalá hubiera podido tener una vida sencilla y luchar por un amor como este, en vez de saber que ya de antemano es imposible.

Aún así, acabo de hacer el macuto y me marcho hacia los Puertos Grises. Así de iluso soy.

Sólo sé su nombre: Aurora